Siempre me gustaron aquellas películas de superhéroes donde el protagonista puede vencer a un ejército de superenemigos sin despeinarse, pero a los que les cuesta horrores enfrentar las tareas cotidianas de cada día. Tras una pelea, Spiderman podía olvidarse de comprar la cena; Clark Kent era capaz de salvar el mundo pero no de llevar sus pantalones sucios a la tintorería a tiempo. Me encantaban esas historias porque hacían al héroe más parecido a nosotros.
El otro día tuve el placer de compartir un rato con Miquel Suñer, un atleta cuya especialidad es “larga distancia en aguas abiertas (en solitario y sin neopreno)”. Es decir, la categoría es para aquellos superhombres (o supermujeres) que pueden nadar solitos, por ejemplo, entre Europa y África. O incluso más distancia. Durante horas. En aguas a veces muy, muy frías. Sin neopreno.
En particular, Miquel está preparando la última etapa que le queda de la “Triple Corona”: cruzar el Catalina Channel, en Estados Unidos. Ya nadó el Canal de la Mancha (de Inglaterra a Francia: lo hice una vez, y acabé agotado, a pesar de que iba en ferry) y también nadó los 55 kilómetros alrededor de la Isla de Manhattan en poco más de siete horas.
Muy pocos elegidos completaron la Triple Corona. Miquel, además, consiguió el record mundial del canal de Menorca tras nadar 12 horas y 19 minutos seguidos. Y recordemos, solo y sin neopreno.
Y yo que era feliz con hacer 30 largos.
Pero lo que más me sorprendió de Miquel es que no ha nacido en Krypton o algo así. Es tan real como vos o como yo. Trabaja en la empresa local de suministro eléctrico, y se las arregla para encontrar tiempo (y fuerza) para entrenarse después de la oficina.
Sufre los mismos problemas que sufrimos vos y yo. Tiene que soportar crisis en el trabajo. Se lesiona. Le puede costar a veces encontrar la fuerza de voluntad necesaria para entrenar tras una larga jornada laboral. Puede olvidarse de comprar comida o llevar sus pantalones a la tintorería a tiempo. Pero a pesar de todo, sigue preparándose para otro desafío extraordinario en el verano de 2012.
Y Miquel, como a Jim Collins le encantaría saber, es extremadamente humilde.
Fue un honor conocer a Miquel y a su sabio coach, Bernat Serdá. Bernat es difícil de definir ya que tiene muchas virtudes: puede curar un esguince de tobillo al igual que remendar los agujeros de las suelas de los zapatos del alma.
Miquel es el superhéroe que hay en nosotros. Mientras nos contaba su historia, recordaba la colosal travesía de los Andes de Nando Parrado y Roberto Canessa, los jugadores de rugby atrapados en las montañas tras un accidente aéreo en 1972, que hicieron lo imposible, simplemente porque no sabían que era imposible. Conocí a Nando el año pasado: también es humilde, encantador. Él, y Miquel, igual que vos y yo, son tanto superhéroes como gente común.
Superman o Clark Kent: creo que estamos hechos de la materia que hace falta para ser ambas cosas. Es cosa nuestra decidir qué queremos ser.
A mi me mueven a superarme los superheroes en lo diario…. siempre lo mismo, queriendo servir y bien hecho!!!! y también los que se entrenan para atravesar los mares a nado; pero esto último no es para todos…
Je je, sí, ya sé que no es para todos cruzar los mares… pero si ponemos energía y ganas podemos cruzar todos los mares virtuales que queramos! Como decía Richard Bach, ningún lugar está lejos. Por más lejos que esté.
Gracias María Àngels por tu comentario…