Escribo esto en un avión, en mi MacBook Air, que me alivia la espalda y me alegra la vista, mientras releo su Stanford speech en mi iPhone. Sí, soy un fanboy. Mi hija menor, de dos años, también: tan fácil, tan natural para ella usar el iPad, esa tableta mágica. Tan llenos los productos Apple de simplicidad y buen gusto.
No estoy triste, porque Steve fue, se encontró en este mundo, no vivió la vida de otra persona. Amó. Creó. Vivió. Nos inspiró a todos, y estará tan por siempre con nosotros.
Descansá en paz, Steve, y gracias. Como decía Facundo: no murió, se adelantó. Como siempre.
Hace un ratito le decía a Conor que Steve era como un Rey Mago que dos o tres veces al año nos llenaba a nosotros, chicos grandes ya, de juguetes maravillosos. Te vamos a extrañar, Steve.
Apoyo enteramente tu premisa, esperemos que el legado que deja continúe en evolución y continúen haciendonos sentir como niños en navidad antes de cada Keynote! Gracias Steve.
Ojalá! Yo les tengo fe. Abrazo, Jonás!