20 años y dos días

El 15 de noviembre de 1991 recibimos el primer pedido oficial de compra para un producto de software desarrollado por Tango/04 Computing Group, o sea, nosotros. La compañía de electricidad local, Hidroeléctrica de Catalunya, dos días después de una demo in situ, nos compraba VISUAL debugger, un depurador para AS/400 que yo había programado durante gran parte de aquel verano.

Acabo de ver la fecha, por casualidad, mientras trataba de impedir la destrucción de decenas de cajas llenas de viejas facturas. Es bueno ver esas hojitas de nuevo. También me di cuenta de que mandamos algunos faxes a Antonio Ariño, nuestro primer cliente (¡gracias por la confianza, señor!), con información sobre temas que no tenían relación, pero que a él le interesaban. Ey, siempre estuvimos tratando de agregar valor.

20 años y dos días pasaron desde entonces, y no tengo más que reconocimiento para los que hicieron posible Tango/04 (y Barcelona/04): compañeros de equipo, ex compañeros de equipo, clientes, partners, proveedores, fans, todos.

Gracias, veinte años de gracias, y mis más cálidas felicitaciones para todos.

Retirado!

Náh, no es que me haya retirado de la empresa. Es que estoy de retiro en el Parador de Cardona con los amigos de Entrepreneurship Organization. En teoría es para crecimiento profesional, pero siguiendo la tónica del post anterior, es más desarrollo personal que otra cosa. O quizás sea lo mismo. Lo bueno es que estamos en medio de la nada en una construcción del siglo X, y lo buenísimo es que hay calefacción del siglo XXI. E internet, divino tesoro, como habrán deducido. El lunes salgo para Holanda para nuestro Monitoring Symposium en Amsterdam, pero intentaré ir posteando las miles de cosas que tengo pendientes. Y se acumulan. Teneme paciencia: lo mejor está por llegar. Como en la vida.

Menos ITIL y más Shakespeare: Cómo ser un gran CIO

Supongamos que te preocupa el futuro.

Por ejemplo, por la incertidumbre que existe en la economía global. O que estás preocupado por tu trabajo: tal vez no por perderlo, pero querés estar seguro de ser intocable. O mejor aún, vamos a suponer que realmente querés un ascenso.

¿Qué es lo primero que pensás?  Sigue leyendo